Miércoles - Mérida

miércoles, junio 10

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A la espera de que abran los Museos y recuperándonos del tráfico con café helado en el Centro de Interpretaación.
¡Que locura! Desorganizada, llena de badenes y con una señalización deplorable. Sólo el buen tiempo y el estacionamiento final de autocaravanas cerca de la zona de museos le "quitan hierro".
Area de autocaravanas que no aparece señalada en ninguna parte ¡Bravo!.

Ahora, jueves, subo las fotos:Vista, desde el puente romano, del Puente de Lusitania.
Ayer dije que Mérdia era caótica, hoy, lo subrayo y añado que, para el visitante la señalización general es escasa y las posibilidades que vagar durante horas entre callejas polvorientas antes de encontrar la salida, sólo es comparable a los test de laberintos y ratones de científicos locos.
Son de agradecer las salvadoras indicaciones de un amable lugareño que nos permitieron alcanzar el acceso a la Autovía de la Plata y abandonar sin mayor percance la ciudad.
Es de

Martes - Zamora

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Zamora es para perderse.
Lo tiene todo, tranquilidad, gastronomía, museos, zona de marcha ... Una delicia.
En 11870.com he puesto un par de reseñas y algunas fotos.
El wifi gratis de la biblioteca, o el del Parador Nacional, me permitieron actualizar el correo y subir las fotos.
Luego, cuando empezó a llover, plegamos velas y seguimos rumbo al sur, hasta Baños de Montemayor, al pie del puerto de Béjar, con la esperanza de darnos un homenaje en el Balneario.

El Miércoles por la mañana, fuimos a por la esperada sesión termal pero ... ¡Estaba lleno! Teníamos que esperar, así que decidimos continuar viaje.

Lunes - Zamora

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Salimos de Vitoria después de comer rumbo al sur.
Al llegar a Simancas (Salamanca) pensamos en cenar, dar un paseo y pasar la noche; sin embargo hacía un viento frío, las tabernas y restaurantes estaban cerrados y el ambiente desolador nos decicieron a buscar otro reposo.
Encontramos que Zamora era la ciudad más cercana y, como tampoco la conocíamos enfilamos hacia allí, donde llegamos sobre las 22:30
Nos resultó extraordinariamente ordenada, tranquila ¡y con estacionamientos!.
La gente amable y relajada, al menos todos aquellos a quienes preguntamos cosas.
Fuimos a cenar al Rincón de Antonio en pleno Centro y luego a dormir, tras un paseo por la Calle Santa Clara, que está llena de palacios, iglesias, plazas y monumentos.